Las bodegas gozan de ser empresas artesanales, arraigadas a la tradición y a las raíces de la tierra que trabajan. Una filosofía que conforma también el origen de Ferrer Wines, cuya cuna se encuentra en una de las bodegas más antiguas del sector vinícola de España, en la finca familiar La Freixeneda, fundada en 1861. Esta firma surge de la mano de Pedro Ferrer Noguer cuando adquirió cuatro bodegas emblemáticas pertenecientes al Grupo Freixenet: Valdubón (Ribera del Duero), Orube (Rioja), Vionta (Rías Baixas) y Finca Ferrer (Valle de Uco, Argentina).
En su larga trayectoria, Ferrer Wines ha mantenido la mirada en el futuro, conservando su esencia y adaptándose a las nuevas necesidades del mundo digital. En ese interés por sumarse a los avances del sector el grupo continúa transmitiendo su amor y respeto por la tierra, elaborando vinos que expresan la esencia de variedad, terruño y clima. Y es que la adaptación de las bodegas a una realidad más actualizada ha sido crucial para experimentar el crecimiento ligado a las nuevas tecnologías.
“La digitalización es una auténtica revolución que requiere tiempo y conocimiento”, resalta Pedro Ferrer Noguer, presidente de Ferrer Wines. “Los procesos tradicionales han quedado obsoletos, viéndose modificados por las nuevas tendencias y afectando, en mayor medida, a los departamentos de más reciente creación. Así que nos hemos propuesto un desafío ambicioso: agilizar todos nuestros procesos gracias a la tecnología digital”.
Sin embargo, garantizar que las bodegas no pierdan su carácter al apostar por la digitalización es uno de los grandes retos a los que se enfrentan las propias empresas. “En nuestro caso, tanto la comunicación promocional como la atención al cliente se centran en transmitir nuestros valores y filosofía, los cuales tienen una larga trayectoria histórica”, incide Ferrer. “Esto es algo que no vamos a dejar de lado, sino que vamos a mejorar aún más. Al ser más ágiles y tener acceso a más datos para analizar y comprender, podremos potenciar y enriquecer nuestra identidad”, asegura.
La digitalización ha redefinido el trabajo dentro de las bodegas, impactando en la gestión y el análisis de los datos y desafiando los procesos tradicionales. Un cambio que para Ferrer Wines no ha sido complicado, ya que cuentan con un equipo “altamente motivado que comprende y abraza la innovación”. Por otro lado, en el campo del enoturismo han logrado vender sus experiencias a través de “la innovadora plataforma de JIG”, que “no solo ha brindado un mayor orden y control, sino que nos ha abierto las puertas hacia un océano de datos valiosos”. Datos que provienen de las reservas digitales y que son la clave para fidelizar a los clientes más allá de la bodega, “convirtiéndolos en auténticos embajadores de nuestros vinos desde la comodidad de sus hogares”.
Lo que es evidente es que la digitalización avanza día a día, siendo una oportunidad y una obligación para el intercambio de conocimientos y la creación de nuevas sinergias entre bodegas y empresas tecnológicas. Ferrer Wines trabaja en la transformación de su parte administrativa y de facturación, así como en la realización de un seguimiento exhaustivo a través del marketing digital y la intención de automatizar al máximo su túnel de conversión en ventas ‘online’. Una apuesta hacia delante que continuará impulsando la transformación digital y cubriendo las nuevas necesidades del sector.